Todo depende del punto de vista
Todas las cosa en este mundo tienen varias dimensiones, y nuestro entendimiento no parece poder abarcar al mismo tiempo una gran cantidad de ellas; aquellas dimensiones que vemos más claramente constituyen nuestro punto de vista, y existen personas que se aferran a uno solo, mientras que otras tratan de ver las cosas desde diferentes ángulos. De esta manera, muchas discusiones acaloradas se producen entre personas que simplemente están viendo el mismo objeto desde dos lados diferentes.
No hay que confundir la cuestión del punto de vista con los conceptos de dogmatismo y relativismo. El punto de vista se puede tener sobre cuestiones reales o que se refieren a la realidad, se obtiene a través de la percepción y se puede verificar empíricamente. Diferentes puntos de vista contrapuestos pueden conducir a acuerdos productivos si las partes son capaces de ver las cosas desde la perspectiva de los demás, de forma que todos mejoren su teoría sobre el mundo; en la realidad no existen las contradicciones, solo en nuestra mente imperfecta, por lo que ampliar nuestro conocimiento de la realidad solo nos aporta beneficios; cuando existe una contradicción acerca de la realidad, siempre hay alguien que está equivocado. El dogmatismo y el relativismo, sin embargo, se refieren a cuestiones abstractas axiomáticas, como el concepto de justicia o de deber. Puesto que estos conceptos solo existen en nuestra mente (esto, por ejemplo, es un axioma, o dogma, otros piensan lo contrario, pero no se puede demostrar ni una cosa ni la otra), no se puede hablar con propiedad de punto de vista; se trata de cuestiones que nacen de una intuición o sentimiento, y no se puede dilucidar nada sobre lo que no se puede percibir, ya que ninguno podemos sentir lo que sienten los demás. Por otra parte, la fantasía no sigue leyes inapelables que se puedan descubrir, como la Naturaleza, por lo que nunca se puede demostrar que un dogma sea verdadero o falso, como mucho, se puede ser capaz de usar un sistema dogmático flexible, como hace el relativismo.
Hay que tener en cuenta que nuestra percepción también está sujeta a interpretación dentro de nuestro sistema de ideas y conocimientos, por lo que el punto de vista tampoco está desligado por completo del dogmatismo y relativismo. Esto complica todavía más el acercamiento de posturas, ya que incluso personas que están viendo la realidad desde una perspectiva similar pueden considerar detalles o matices diferentes que generen discrepancias.
Todos estos problemas se pueden superar aumentando nuestro conocimiento sobre el mundo, pero esto requiere tiempo y medios, por lo que no es extraño que la humanidad, que ha partido de un estado de ignorancia casi absoluto, haya optado en primer lugar por el dogmatismo y el autoritarismo. Cuando prácticamente no puedes fundamentar ni siquiera un solo punto de vista, es evidente que no vas a complicarte la existencia todavía más tratando de adoptar una gran variedad de ellos.
Esto ha dado lugar a la tradición del pensamiento único: existe un punto de vista que es el correcto, el que se ajusta a la verdad, y el resto son todos más o menos falsos, o incluso malevolentes, con las consecuencias que cualquiera que se moleste en leer historia puede comprobar por sí mismo, si no las conoce ya. Pero, como he dicho antes, los dogmas no son ni verdaderos ni falsos, y la realidad tiene tantos puntos de vista como sepamos encontrarle. Un edificio es el mismo edificio si lo vemos desde el frente o desde la parte trasera, no existe una perspectiva correcta o incorrecta de manera absoluta, sino que nos puede resultar más apropiada una, otra o varias en función de lo que estemos pretendiendo hacer. El punto de vista a adoptar siempre es una cuestión práctica, utilitaria, y la utilidad solo existe en referencia a la realidad. De esta manera, se pueden considerar los diferentes puntos de vista como herramientas para trabajar nuestro conocimiento.
En nuestros días, nuestro grado de conocimiento sobre el mundo ha aumentado considerablemente, y lo sigue haciendo de manera exponencial gracias a la tecnología y los avances científicos, por no hablar de las posibilidades casi ilimitadas de acceso a la cultura elaborada durante siglos. Sin embargo, parece que todavía quedan muchas personas aferradas a esta idea del pensamiento único que parece sacada de la película Los inmortales: “solo puede quedar uno”. Tampoco ayuda otra forma degenerada de entender esta cuestión, la de que todos los puntos de vista son igual de válidos, sostenida supuestamente por los así llamados buenistas, que los dogmáticos más recalcitrantes identifican, de forma bastante interesada, con el relativismo, su némesis.
El caso es que no somos unas vasijas de carne y hueso rellenas de raciocinio puro. Los organismos varían de una persona a otra no solo en el aspecto y parámetros físicos visibles, sino también en nuestra bioquímica, que es la base de nuestras emociones, desde las más básicas, que son las sensaciones simples, hasta las más complejas, que constituyen el pensamiento racional, pasando por todos los niveles sentimentales intermedios. Esto supone que existen individuos con personalidades diferentes, derivadas de las características naturales de su organismo, más las adquiridas mediante la experiencia y la formación. Personalidades diferentes suponen necesidades y preferencias diferentes, y esto dirige los diferentes puntos de vista hacia diferentes aspectos de la realidad. No olvidemos que la realidad en su totalidad es demasiado compleja para que nuestro conocimiento la pueda abarcar completamente, y, aunque puedas tener diferentes puntos de vista sobre la misma cosa, probablemente no los puedas tener todos al mismo tiempo; tampoco suele ser necesario utilizarlos todos para abordar un problema o proyecto, pero nuestras sociedades son cada vez más diversas y complejas en lo referente a los proyectos y tareas que acometemos, por lo que cada vez es más necesario disponer de una amplia variedad de formas de visibilizar su espacio de soluciones, de la misma forma que cada vez es más difícil realizar investigaciones científicas o técnicas en solitario, pues se requieren equipos multidisciplinares de expertos que sean capaces de tratar la gran variedad de aspectos implicados.
El pensamiento dogmático es más simple, ciertamente, pero tan simple como ir a buscar debajo de la farola las llaves que se te han perdido porque allí hay más luz; actualmente esto ya no sirve, es de un simplismo rayano en lo ridículo. Una vez que uno se ha desarrollado, tampoco se puede dar marcha atrás, porque no se puede borrar lo aprendido de la existencia por muchos libros que quemes, así que, ni podemos elegir un único punto de vista como el correcto, para simplificar, ni volver a tiempos donde todo era más simple, ni todos los puntos de vista valen lo mismo, sino que cada uno vale lo que vale el trabajo que se ha invertido en construirlo y, si vamos a usar los diferentes puntos de vista como herramientas, este valor solo puede estar calculado en términos de utilidad práctica.
Por lo tanto, y siempre desde mi punto de vista, lo que más nos conviene es hacer un tanto más compleja nuestra forma de pensar, en paralelo con la complejidad creciente que va adquiriendo nuestra forma de funcionar, y tratar de adoptar la mayor cantidad posible de puntos de vista diferentes sobre cualquier cosa en la que pretendamos participar activamente o simplemente meter baza, trabajándolos y desarrollándolos de la mejor manera que podamos para maximizar la eficiencia. Y, para esto, lo mejor es recurrir a los expertos; de la misma manera que uno puede ser un experto en ver la realidad según la perspectiva que favorece su personalidad característica, otros puntos de vista nos los pueden explicar mejor personas con una personalidad distinta a la nuestra. Esta es una de las razones por las que es mejor leer o discutir con personas que piensan diferente, y también por la que resulta necesario disponer de buenos criterios para separar el grano de la paja. Los tiempos en los que un iluminado te decía como tenías que pensar se han ido para siempre, ahora toca trabajar las ideas uno mismo; ya sabes: si quieres que algo esté bien hecho, hazlo tú.
Por supuesto, habrá quien diga que con tanto rigor la vida pierde su chispa y su espontaneidad, pero yo aquí estoy hablando de trabajo y de política, cuando quiero que la vida tenga chispa me voy a un bar a tomar unas cervezas, o a la playa o al campo de excursión, como creo que hacemos todos. Tocando las castañuelas solo se trabaja en un tablao flamenco.