El éxito y la tolerancia a la frustración
Todo el mundo quiere tener éxito en la vida, sin embargo, las cosas no suelen salir como uno espera. Cuando esto sucede, es fácil que aparezca el sentimiento de frustración. Uno de los secretos del éxito se encuentra precisamente en la capacidad de gestionar la frustración de manera que esta no suponga una barrera insalvable que nos haga desistir de nuestros proyectos.
La frustración, como todos los sentimientos, es una reacción bilógica de nuestro organismo. Se trata de algo natural, y el primer gran error que podemos cometer es el suponer que no debe aparecer nunca. Los sentimientos no se evitan, se gestionan. Muchas veces no podemos evitar sentirnos de una determinada manera, si esto sucede y lo consideramos inaceptable, lo único que conseguiremos será un refuerzo negativo que nos moverá a escapar de la situación y, si la situación forma parte de un proyecto, es muy posible que lo abandonemos. Intentar evitar la frustración solo conduce a más frustración.
Una fuente muy común de problemas está en las expectativas. Las cosas no suceden como nos las imaginamos. El mundo es muy complejo y el futuro es impredecible, nada sale ni tan bien ni tan mal como esperamos, o al menos no de la forma que tenemos planeada. El exceso de confianza en el pensamiento positivo puede volverse contra nosotros. Si esperamos que las cosas salgan siempre bien, estamos abonando el terreno para sentirnos frustrados muchas veces. Existen muchos motivos por los que los planes pueden torcerse, y no podemos tenerlos todos previstos. A veces es mejor ser negativo para que las cosas siempre salgan un poco mejor de lo que esperamos, tener prevista una gran cantidad de problemas indeterminados es bastante más realista que pensar que todo va a salir rodado. Aprender a disfrutar de la resolución de problemas proporciona más momentos de satisfacción que un solo momento de éxito al cumplir nuestros objetivos. Como se dice muchas veces, lo que importa es el camino, pasamos más tiempo sacando adelante un proyecto que terminándolo.
Pero no todo está en las expectativas. Las cosas que suceden no son de ninguna manera concreta, son como nos las tomamos. Interpretamos las situaciones en las que nos encontramos y les asignamos un estado emocional determinado. Exagerar estos estados emocionales puede conducir a que nos sintamos incapaces de gestionar las situaciones y nos dejemos vencer por la frustración. Una lectura muy recomendable para estos casos es el pensamiento de los filósofos estoicos, por ejemplo, Diálogos, de Séneca, uno de mis autores favoritos, o el libro Los estoicos, dónde podéis encontrar fragmentos del pensamiento de Epicteto, Marco Aurelio y de nuevo Séneca.
Una técnica bastante efectiva para gestionar los sentimientos y las emociones es, siguiendo la máxima conócete a ti mismo, convertirse en observador en lugar de ser simplemente el sujeto paciente de las mismas. De esta forma, en lugar de evitar sentir una determinada emoción, podemos ir aprendiendo a configurar las otras emociones que la acompañan o que esta genera, evitando que se produzca una cascada de emociones negativas que pueden hacer la situación inmanejable. Podemos ver nuestra mente como si fuera un instrumento musical que tañe nuestra voluntad. No podemos, ni debemos intentar, controlarla por completo, pero si desarrollar técnicas personales para acompañar a nuestros sentimientos y emociones por el buen camino, como si se tratara de niños pequeños a los que hay que ir educando. Aunque puede parecer que para esto la razón es el recurso más apropiado, esto es un gran error que puede conducirnos al fracaso. La razón es un sentimiento más, quizás el más complejo de todos y uno que nos proporciona una gran potencia analítica, pero en determinadas circunstancias puede resultar totalmente impotente o empeorar todavía más las cosas. Lo mejor es combinarla siempre con otros sentimientos y emociones. La idea es ir educando a nuestro organismo para que todas nuestras emociones vayan madurando y cooperando unas con otras para apoyarse mutuamente. La razón es una buena directora, pero necesita ayuda para hacer su trabajo.
Volviendo a la frustración, una de las principales causas por las que suele aparecer está en el sesgo cognitivo que todos tenemos acerca del tiempo que lleva realizar un proyecto. Todos somos capaces de reconocer el éxito en otras personas, pero no somos conscientes del tiempo que les ha llevado a estas personas alcanzar sus objetivos ni de los cambios que han sufrido sus planes desde la aparición de la idea original, o de los momentos de frustración que han tenido que superar en lugar de tirar la toalla y abandonar. La mayoría de nosotros no conoce personalmente a gente que haya tenido un gran éxito en la vida, o no ha vivido con ellos todo el proceso que les ha conducido hasta allí. Es cierto que podemos leer historias o ver películas sobre casos de éxito en la vida, pero son solo resúmenes y el tiempo que nos lleva hacerlo es muy inferior al que realmente lleva sacar adelante estos proyectos, que suele ser un proceso tedioso visto desde fuera y lleno de dificultades.
El éxito no aparece de forma inmediata, no basta con tener una buena idea o tratar de imitar lo que han hecho otros para conseguirlo, hay que tener perseverancia para pasar por todo el largo proceso que constituye el camino del éxito. Pero hablar de perseverancia es solo ponerle un nombre a lo desconocido, la perseverancia es solo el efecto observable de la tolerancia a la frustración. Muchas veces nuestras ideas y planteamientos son erróneos y hay que cambiarlos, la cosa no consiste en empecinarse en algo y tratar de sacarlo adelante como sea. Lo importante es tener el hábito de estar en movimiento y, sobre todo, aprender a ver los problemas como un reto y no como una barrera. La frustración aparecerá una y otra vez, como seguramente les ha aparecido a todos aquellos que han acabado teniendo éxito en sus proyectos. Cuantas más veces nos enfrentemos a ella, más nos acostumbraremos a su presencia y más aprenderemos acerca de la manera de gestionarla para apartarla a un lado y continuar con nuestro camino. No hay que ver a la frustración como a un enemigo. Probablemente sea un mecanismo de defensa de nuestro organismo para evitar que nos obsesionemos con objetivos imposibles, lo mismo que la pereza es un mecanismo natural que nos mueve a dejar de trabajar para poder descansar, se trata de no permitir que crezca demasiado y se convierta en un sentimiento dominante.
Como en todas las cuestiones que afectan a nuestra mente, el secreto está en la armonía. Todos nuestros sentimientos y emociones deben ser observados, entendidos y desarrollados de manera que cumplan sus funciones de la mejor manera posible. Todos tienen un papel que jugar, esconderlos solo genera tensiones y falta de control. Al igual que nuestro cuerpo está compuesto de una colonia de células, nuestra mente es una colonia de sensaciones. Nuestro cuerpo puede enfermar si descuidamos la salud, el ejercicio físico y la alimentación, porque nuestras células degeneran y comienzan a funcionar de manera incorrecta. Con nuestra mente sucede lo mismo. El conocimiento, y particularmente el autoconocimiento, es el equivalente mental al ejercicio físico, y nos ayuda a tener unas expectativas razonables sobre el mundo y sobre nosotros mismos que son lo que realmente nos ayudará a tener buenas ideas, realizar buenos planes y conducirlos hasta el éxito.