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jueves, 30 de noviembre de 2017

Al principio fue la tribu

Existen innumerables mitos que intentan explicar la evolución del ser humano y la sociedad desde los tiempos más primitivos. Individuos aislados, enfrentados entre sí, núcleos familiares, descendencia de unos primeros seres humanos creados por la divinidad. Lo cierto es que, sin documentos escritos, es bastante complicado llegar a saber cómo empezó a gestarse la sociedad humana.

La primera estructura social del ser humano fue la tribu
La primera estructura social del ser humano fue la tribu

La mayoría de los problemas que se nos presentan para imaginar un hipotético conocimiento del origen del orden social provienen de las teorías creacionistas, donde el ser humano es creado directamente más o menos como somos nosotros en la actualidad, solo que con menos conocimiento del mundo y, por arte de birlibirloque, se tiene que inventar la sociedad y una forma de organizarla. Existe también un enfoque científico, que es el que tenemos hoy en día, basado en las teorías de la evolución de las especies. Las ideas evolucionistas son bastante antiguas, pero, por motivos principalmente políticos y religiosos, no se han desarrollado e impuesto hasta el siglo XIX, con los trabajos de Lamarck, Darwin y Wallace.

Desde el punto de vista de las teorías modernas sobre nuestro origen, partimos de otras especies que, mediante cambios en su dotación genética, van sufriendo lentamente modificaciones, hasta dar lugar a otras nuevas, una de las cuales es la nuestra. Para decirlo rápidamente, venimos del mono, y parece lógico pensar que, puesto que existen especies de monos que son sociales, en lugar de considerar que la sociedad es un invento nuestro, parece más acertado suponer que la hemos heredado de nuestros antepasados simiescos. Esto es importante, porque convierte la sociedad en algo instintivo, y no en algo artificial que necesita de autoridades y garantes para existir. Somos sociales por naturaleza, no por educación, cultura o acuerdo mutuo.

Los primates más cercanos genéticamente a nosotros son los pertenecientes al género Pan, principalmente los chimpancés y los bonobos. Estos primates se organizan en grupos sociales más o menos numerosos, que a su vez están subdivididos en núcleos familiares de individuos con parentesco de sangre. Tienen estructuras jerárquicas en las que existen individuos dominantes que actúan como una especie de jefes y caudillos guerreros, aunque existen algunas diferencias entre los bonobos, más pacíficos y “dialogantes”, y los chimpancés, más agresivos y belicosos.

Pero el salto evolutivo desde estos primates hasta nosotros es evidentemente enorme. Aunque en la prehistoria existían otras especies de humanos aparte de la nuestra, como los neandertales, se considera que se han extinguido todas ellas y actualmente solo queda una única especie de seres humanos. Sin embargo, hoy en día todavía contamos con ejemplos de organizaciones sociales primitivas, o por lo menos de testimonios y estudios sobre aquellas que nos hemos dedicado sistemáticamente a extinguir. Se trata de las comunidades tribales.

Parece lógico suponer que, si hemos ido evolucionando lentamente desde especies sociales de primates, hayamos heredado también de ellos la organización social primitiva. La diferencia entre ellos y nosotros es el gran salto evolutivo que hemos dado en dos aspectos fundamentales, el tecnológico y el intelectual, que nos permiten construir herramientas y mejorar nuestra capacidad de organizarnos y planificar mediante el uso del lenguaje, pero, políticamente hablando, las sociedades más primitivas siguen el patrón jerárquico de nuestros ancestros, aunque con una mayor riqueza de roles sociales, por ser capaces de inventar una gran cantidad de actividades diferentes.

Al tratarse de una organización social que podríamos llamar “natural”, en circunstancias adecuadas resulta muy robusta y sostenible. Las tribus más conservadoras y que se han mantenido más aisladas de la civilización han llegado hasta nuestros días sin demasiados cambios, algo que no sucede con los modelos sociales más modernos, complejos y artificiales, que tarde o temprano acaban corrompiéndose y desapareciendo, dejando una herencia que contiene la semilla de la destrucción de los sistemas que vienen a sustituirlos.

La tribu, como cualquier grupo social, está compuesta de individuos, pero estos individuos están supeditados al grupo. Incluso hoy en día no es raro ver en estudios antropológicos sobre tribus actuales cosas como que los miembros no se forman juicios sobre los sucesos y conflictos del día a día, sino que es el jefe el que les dice lo que tienen que pensar acerca de ellos o como deben interpretarlos. En la antigüedad, sobrevivir fuera del grupo era imposible, un individuo aislado no era nada, y las reglas debían ser muy estrictas y de obligado acatamiento o peligraba la supervivencia de la tribu entera. Uno solo tenía importancia en la medida en que era una parte del colectivo.

Al tratarse de grupos reducidos, donde todos los individuos se conocían entre sí, la autoorganización resultaba relativamente sencilla. Todos los miembros participaban en los rituales y conocían las mismas cosas, al menos al nivel jerárquico al que pertenecían. Un buen jefe podía ejercer la jefatura de forma muy eficiente, pues conocía y podía tratar directamente con todos los restantes miembros. Una de las mayores fuentes de problemas en las sociedades humanas, la diferencia en el ritmo de adquisición de habilidades técnicas, mucho más rápido y eficiente, frente a las intelectuales, más lento y errático, raíz de casi todos los procesos de inadaptación, está perfectamente contrapesado en las tribus primitivas. El ritmo de desarrollo técnico e intelectual está completamente dirigido, todo está ritualizado, la tradición es prácticamente inamovible. Puede parecer retrógrado y opresivo, pero lo cierto es que es el único sistema social que ha sido capaz de sobrevivir durante miles de años, sus miembros no lo deben percibir así. Las tribus normalmente solo son destruidas por la guerra con otras tribus o por el simple contacto con una civilización más avanzada. Se trata de un equilibrio estable, pero frágil. Depende de hasta qué punto tengas éxito en limitar el inmenso potencial del ser humano, y hacerlo de manera que sea aceptable para el individuo.

Obviamente, no todas las comunidades humanas se han quedado en la etapa tribal. A poco que nos descuidemos, siempre aparecen individuos cuyas facultades se desarrollan lo suficiente como para producir innovaciones técnicas, culturales o de organización social, y está claro que no todas las tribus eran tan estrictas como para mantenerse aferradas a unas tradiciones inamovibles. Estas innovaciones hacen que unos grupos se hagan más fuertes que otros. Las tribus ni han sido ni son los apacibles buenos salvajes que mucha gente pretende, sino más bien unos grupos bastante belicosos. Por otro lado, no han estado tan aisladas unas de otras como para que no existiera un comercio e intercambio cultural entre ellas, lo que las hacía sensibles a la “contaminación” con ideas y productos nuevos. Esto debe haber hecho prosperar bastante a algunas tribus en detrimento de otras y al paulatino crecimiento de unas y desaparición de otras, de modo tanto pacífico como violento, haciendo evolucionar los sistemas políticos para adaptarse a las nuevas realidades sociales, imposibles de gestionar con los métodos tradicionales y con problemáticas mucho más complejas.

Estas nuevas estructuras sociales, formadas por un número cada vez mayor de individuos, seguían considerando al grupo como lo esencial de la sociedad, en detrimento del individuo. Pero ahora los individuos ya no se conocen todos entre sí, el grupo deja de ser un lugar acogedor para todos ellos y se puede llegar a convertir en una cárcel para algunos. Estos sistemas son los que yo denomino socialistas, por poner la sociedad jerárquicamente por encima de todo lo demás, en contraposición con los individualistas, que pondrían en este lugar al individuo.

Evidentemente, estos sistemas no existen en estado puro. En sucesivos artículos iré desarrollando mis ideas sobre estas dos posiciones y por qué considero que debemos superar la etapa socialista y pasar a una individualista para continuar nuestra accidentada evolución en la buena dirección.

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